La masonería
Argentina, como se la conoce ahora, tuvo como partida de nacimiento la
constitución de la Gran Logia, el 11 de Diciembre de 1857. Esta constitución
produjo un complicado trámite a raíz del virtual enfrentamiento entre Miguel
Valencia (1799-1870) que provenía de una familia unitaria que había retornado
del Brasil, luego de un extenso exilio, y José Roque Pérez (1815-1871), un
federal que había sido funcionario diplomático durante el gobierno de Rosas.
Desde luego que no
fueron los ingleses los que reconocieron a los masones argentinos. Valencia
tenia poderes conferidos por la masonería brasileña, ajena a la tradición
argentina, y Pérez, relaciones estrechas con la Gran Logia de Montevideo, que
era el centro masónico fundamental en el Río de la Plata.
Miguel Valencia
era, como Pérez, un jurisconsulto. En 1832 había sido redactor de El Telégrafo
del Comercio, pero al poco tiempo tuvo que abandonar Buenos Aires por la
persecución rosista y se trasladó al Brasil, donde dictó varias cátedras de
derecho en la Universidad de Río de Janeiro y colaboró en el periodismo.
Después de Caseros,
Valencia fue miembro de la judicatura, dictó cátedra en la Facultad de Derecho
porteña y, a partir de 1853, formó parte del Senado bonaerense en la fracción
antiurquicista. Era un orador fogoso y su actividad política fue favorable al
partido porteño.
En la masonería lo
había iniciado el doctor Julián Álvarez (1788-1843), figura clave de la
masonería en mayo de 1810'3. Valencia militó en la masonería chilena y en la
"Logia Capitular Regeneración", de Niteroi, Brasil.
Al retornar a
Buenos Aires, mantuvo diferencias con José Roque Pérez, apresurándose a crear,
a principios de 1857, el denominado "Gran Oriente de la Confederación
Argentina", pero su esfuerzo fue efímero y poco aglutinante. José Roque
Pérez y la amplia mayoría de los masones de la época no querían una masonería
unitaria sino que pretendían otra que impulsara la unidad nacional. En pocos
meses, Pérez recorrió las tres logias que reconocían el liderazgo de Valencia y
lo dejó sin base de sustentación. Con las que le respondían y con aquellas que
se habían agrupado junto al doctor Valencia, José Roque Pérez fundó la actual
Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
La constitución de
la Gran Logia dio organicidad a las diversas logias, uniendo a las que actuaban
en Buenos Aires y luego a éstas con las del interior del país. Aquel 11 de
diciembre de 1857 realizaron el pacto de unión las logias "Union del Plata",
"Confraternidad Argentina", "Consuelo del Infortunio",
"Tolerancia", "Regeneración", "Lealtad" y
"Constancia", eligiendo como Gran Maestre al doctor Jose Roque Pérez.
Jurista notable, diplomático, filántropo y humanista, Pérez, junto a otros
cofrades, en su mayoría médicos - como el doctor Manuel Gregorio Argerich -,
murieron socorriendo a los enfermos durante la epidemia de fiebre amarilla.
El
pintor uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901) inmortalizó a los mártires
masónicos en su cuadro La fiebre amarilla, donde están representados José Roque
Pérez y Argerich, junto a un adolescente, trasponiendo el portal de una casa y
aparecen una mujer, en el suelo, muerta, y su bebé gateando en busca de
socorro (cuya imagen luce a continuación)
·
Bibliografía
o
Emilio Corbière: "La Masonería
Política y Sociedades Secretas"
o
Editorial Sudamericana
o
Páginas 150,151,152.